martes, 29 de noviembre de 2011

CARTA DE JESUCRISTO


Mi Paz es contigo, hijo mío.

¿Por qué motivo están ciegos?. ¿Por qué están pidiendo señales?. ¡Hombres de poca fe!. ¿Es que acaso no ven las señales que ocurren delante de sus ojos?. ¿Por qué motivo están sordos?. ¿Qué esperan que les digan?. ¿Es que no escuchan las referencias que confirman diariamente lo que Yo ya les había predicho?. ¡Hombres, hombres ciegos, sordos y necios!. ¡Tienen piedras en sus pechos en lugar de corazones!.

¡Convertíos ya!. ¡Volved al redil ahora!. Mañana ya será tarde, hijos. ¿En verdad sois mis hijos? Si lo sois, debéis dejar de lado todo tipo de duda, y ponerse a trabajar. ¡Ya!. No podéis bajar los brazos, no debéis desconfiar.

¡Venid a Mí!. Venid a Mí sin dilaciones, venid a Mí con absoluta confianza: Si permanecéis en Mí, nada os perturbará y no seréis presa de la confusión generalizada. La luz muestra las cosas tal como son.

La oscuridad, oculta, miente, confunde. Debéis entregaros al Padre, que es todo amor. Pedir su intervención, pedir mi acción e intercesión para vosotros. No hay tiempo para dilaciones o distracciones.

Orad, meditad, elevad el pensamiento, haced como sabéis o como podáis, pero ofrecedme totalmente vuestro corazón. No temáis, no dudéis. Si Dios está con vosotros, ¿quién contra vosotros?

Yo ya vuelvo. Regreso para recoger mi cosecha. Preparaos. Comenzad a distanciaros de las cosas o de las situaciones que generan desarmonía.

¡Cuidado!. Sed astutos. El plan de distracción instalado en el mundo, es obra de Satán. No temáis. Yo he vencido al mundo. Si permanecéis en Mí, vosotros también venceréis al mundo.

Difundid mis Mensajes, difundid mi Palabra, difundid el Plan de Redención. Vosotros debéis ser la sal de la Tierra, la Luz del Mundo, vosotros, mis hijos. Reaccionad, poned vuestros tesoros en el Cielo y no en la tierra.

Incrementad, desarrollad y entregad vuestros dones, que para eso son, para ser entregados. Recordad que no se coloca una lámpara debajo de la mesa, sino que se la ubica en el punto más alto para que ilumine a todos.

"Los que más cerca estáis, y seguís mis palabras sin dilación, seréis atacados, perseguidos y odiados por causa de mi Nombre. Pero alegraos cuando esto ocurra, porque también así trataron a los profetas, y hoy ellos comparten mi Gloria."

Hoy os ordeno salir. Os ordeno como Hijo de Dios, que rompáis cadenas, que derribéis las paredes del miedo. Desatad los nudos de las dudas, perforad los cascarones de la obnubilación, y quitaos una a una las caretas de la figuración, de la conveniencia y de la comodidad.

¿Habéis decidido seguirme?. Pues, ¡hacedlo, y pronto!. Os necesito. Nutríos de mi fortaleza de amor. ¡Orad, orad, orad!. ¡No flaqueéis!. ¡Resistid, ya falta poco!.

Yo estaré con vosotros hasta el fin de los tiempos. Yo os hablo desde mi cruz a vuestra soledad:

A vosotros, que tantas veces me mirasteis sin verme y me oísteis sin escucharme.
A vosotros, que tantas veces prometisteis seguirme de cerca, y sin saber porqué os distanciasteis de las huellas que dejé en el mundo para que no os perdierais.

A vosotros, que no siempre creéis que estoy con vosotros, que buscáis sin hallarme y a veces perdéis la fe en encontrarme.

A vosotros que a veces pensáis que soy solo un recuerdo, y no comprendéis que estoy vivo: "Yo soy el principio y el fin, soy el camino para no desviaros, la verdad para que no os equivoquéis, y la vida para que no muráis".

Mi tema preferido es el amor, que fué mi razón para vivir y para morir. Yo fuí libre hasta el fin, tuve un ideal claro, y lo defendí con mi sangre para salvaros.


Fuí Maestro y servidor, soy sensible a la amistad, y hace tiempo que espero que me regaléis la vuestra. Nadie como Yo conoce vuestra alma, vuestros pensamientos, vuestros procederes, y sé muy bien lo que valéis.

"Sé que quizás vuestras vidas parezcan pobres a los ojos del mundo. Pero Yo sé que tenéis mucho que dar, y estoy seguro que dentro de vuestros corazones hay un tesoro escondido. Conoceos a vosotros mismos, y me haréis un lugar a Mí."

¡Si supierais cuánto hace que golpeo las puertas de vuestros corazones y no recibo respuesta! A veces a Mí también me duele que me ignoréis y me condenéis como Pilatos, otras que me neguéis como Pedro, y que otras tantas, me traicionéis como Judas.

Y hoy, os pido paciencia para vuestros padres, amor a vuestras parejas, responsabilidad para con vuestros hijos, tolerancia para los ancianos, comprensión para todos vuestros hermanos, compasión y ayuda para el que sufre, y servicio para todos.

Quisiera no volver a veros egoístas, orgullosos, rebeldes, disconformes y pesimistas. Desearía que vuestras vidas fueran alegres, siempre jóvenes. Cada vez que aflojáis, buscadme y me encontraréis:

Cada vez que os sintáis cansados, habladme, contadme.

Cada vez que creáis que no servís para nada, no os deprimáis, no os creáis poca cosa, no os olvidéis que Yo necesité de un asno para entrar en Jerusalén, y necesito de vuestra pequeñez para entrar en el alma de vuestros prójimos.

Cada vez que os sintáis solos en el camino, no os olvidéis que estoy con vosotros. No os canséis de pedirme, que Yo no me cansaré de daros.

No os canséis de seguirme, que Yo no me cansaré de acompañaros. ¡Nunca os dejaré solos!. Aquí, a vuestro lado, me tenéis. Estoy para ayudaros.

Paz a tí, hijo mío.

martes, 1 de noviembre de 2011

ORACIÓN PARA LAS ANIMAS DEL PURGATORIO


Dios omnipotente, Padre de bondad y de misericordia, apiadaos de las benditas ánimas del Purgatorio y ayudad a mis queridos padres y antepasados.

A cada invocación se contesta: ¡Jesús mío, misericordia!

Ayudad a mis hermanos y parientes.
Ayudad a todos mis bienhechores espirituales y temporales.
Ayudad a los que han sido mis amigos y súbditos.
Ayudad a cuantos debo amor y oración.
Ayudad a cuantos he perjudicado y dañado.
Ayudad a los que han faltado contra mí.
Ayudad a aquellos a quienes profesáis predilección.
Ayudad a los que están más próximos a la unión con Vos.
Ayudad a los que os desean más ardientemente.
Ayudad a los que sufren más.
Ayudad a los que están más lejos de su liberación.
Ayudad a los que menos auxilio reciben.
Ayudad a los que más méritos tienen por la Iglesia.
Ayudad a los que fueron ricos aquí, y allí son los más pobres.
Ayudad a los poderosos, que ahora son como viles siervos.
Ayudad a los ciegos que ahora reconocen su ceguera.
Ayudad a los vanidosos que malgastaron su tiempo.
Ayudad a los pobres que no buscaron las riquezas divinas.
Ayudad a los tibios que muy poca oración han hecho.
Ayudad a los perezosos que han descuidado tantas obras buenas.
Ayudad a los de poca fe que descuidaron los santos Sacramentos.
Ayudad a los reincidentes que sólo por un milagro de la gracia se han salvado.
Ayudad a los padres que no vigilaron bien a sus hijos.
Ayudad a los superiores poco atentos a la salvación de sus súbditos.
Ayudad a los pobres hombres, que casi sólo se preocuparon del dinero y del placer.
Ayudad a los de espíritu mundano que no aprovecharon sus riquezas o talentos para el cielo.
Ayudad a los necios, que vieron morir a tantos no acordándose de su propia muerte.
Ayudad a los que no dispusieron a tiempo de su casa, estando completamente desprevenidos para el viaje más importante.
Ayudad a los que juzgaréis tanto más severamente, cuánto más les fue confiado.
Ayudad a los pontífices, reyes y príncipes.
Ayudad a los obispos y sus consejeros. Ayudad a mis maestros y pastores de almas.
Ayudad a los finados sacerdotes de esta diócesis.
Ayudad a los sacerdotes y religiosos de la Iglesia católica.
Ayudad a los defensores de la santa fe.
Ayudad a los caídos en los campos de batalla.
Ayudad a los sepultados en los mares.
Ayudad a los muertos repentinamente.
Ayudad a los fallecidos sin recibir los santos sacramentos.

V. Dadles, Señor, a todas las ánimas el descanso eterno.
R. Y haced lucir sobre ellas vuestra eterna luz.
V. Que en paz descansen.
R. Amén.